Hermès se embarcó en su viaje olfativo en 1951 con Eau d'Hermès, elaborada por el perfumista Edmond Roudnitska. Una década más tarde, Calèche, su primera fragancia femenina, marcó su compromiso con el arte del perfume. A lo largo de los años, perfumistas de renombre dejaron su firma en las creaciones de Hermès. En 2004, Jean-Claude Ellena se convirtió en el perfumista interno, lo que simboliza un momento crucial. Su arte se alineó con la dedicación de Hermès a la artesanía. Del encuentro entre Edmond Roudnitska y Émile Hermès nació Eau d'Hermès, la cúspide de la perfumería francesa.